Durante la Semana
Santa es tradición guatemalteca elaborar alfombras representando
figuras folclóricas y religiosas. Estas artesanías son realizadas
con aserrín, flor de corozo, rosas, hojas de palma y otros
materiales orgánicos.
Esta costumbre es
resultado de una mezcla de tradiciones de diferentes lugares que han
conseguido perdurar a través del tiempo, desde la llegada de los
conquistadores y los evangelistas hasta nuestros días, perdurando
como tradición propia de la religión católica, según sus
orígenes.
Las flores más
usadas para elaborar los diseños son el corozo, la estaticia, la
gravilea, bugambilia, los crisantemos, claveles y rosas. Una de las
características de estas alfombras es el agradable olor que
desprende el corozo, característico de esta época, que es traído
desde la región sur del país. Para las de aserrín es necesario
proveerse de añelina de colores para teñir el aserrín con los
colores que el diseño requiera y los moldes que darán forma al
diseño. Usualmente estos son elaborados en cartón o madera. Los
motivos son religiosos, por lo cual existe una gran diversidad sobre
los diseños. Desde imágenes elaboradas, que incluyen colores y
matices, hasta tejidos de ramas o pino, tamizadas con flores.
Las alfombras son de
colectivas, es decir se hacen por cuadras y por familias completas,
ellos son los que trabajan en la confección de los moldes, el teñido
del serrín y la elaboración la alfombra.
Sobre la alfombra
pasará el anda de la imagen del Nazareno, del Sepultado y otras en
las grandes procesiones de Cuaresma y Semana Santa. Las más
sobresalientes son las de Antigua Guatemala, el lugar desde donde
regaron a la Nueva Guatemala de la Asunción y al resto de pueblos y
ciudades del país..
La alfombra se
destruye cada vez que una procesión pasa. En algunos lugares, se
deben hacer varias alfombras, una tras de otra, ya que son varias las
procesiones que pasaran por allí. Algunas personas recogen los
materiales dispersos, creyendo que tienen poderes sanadores.