¿Qué quieres conseguir?
Es aquí donde comienza el proceso de coaching. Este es el momento en el que te preguntas qué es lo que quieres. Asegúrate de que realmente es lo que tú quieres y no algo impuesto. Es importante tu disposición a hacer lo que sea necesario para conseguir tu meta, para así poder establecerla con mayor claridad.
Por su puesto, las metas puedes irlas remodelando a lo largo del tiempo y la experiencia. Defínelas lo más claramente posible, con todo lujo de detalles y el tiempo en el que las quieres conseguir.
Enúncialas en positivo. Tus metas no deben ir encaminadas a evitar cosas que no quieres, sino a conseguir las que quieres. Está demostrado que nos dirigimos hacia lo que prestamos atención, y si piensas en algo que no quieres, tenderás a irte de cabeza hacia ello.
¿Cuál es la situación actual real con respecto a tu objetivo?
Esta es la parte en la que defines como está la situación actual con respecto a tu objetivo. Es básico conocer el punto de partida de nuestro viaje para poder establecer el camino que queremos lograr.
Sé sincera contigo misma, y comprométete con la verdad. Comprometerte con la verdad no significa buscar la verdad absoluta, simplemente que a veces damos por reales algunas cosas que proceden de nuestras creencias. Procura ser aquí lo más objetiva posible, para así evitar cerrarte puertas a ti misma.
También en esta fase establece los recursos con los que cuentas y los que necesitarías que puedes generar.
¿Cuál es el camino a seguir?
Una vez establecidas tus metas y haberte situado en el punto de salida real (compromiso con la verdad), llega el momento de diseñar un plan de acción.
Este plan de acción debes sentirlo como tuyo. Debe de complacerte lo más posible, ya que si es un plan que te disgusta va a ser muy difícil que tengas la perseverancia de llevarlo a cabo. Llevar a cabo tu plan de acción es lo que te va a llevar hacia tu meta y la va a hacer real. El verdadero poder está en la acción, por lo que debes diseñar un plan que te sea lo más fácil posible ejecutar.
Ten en cuenta que no existe el fracaso, sólo los resultados. Algunos de los resultados te gustarán y otros no. Cuando un resultado no te guste, sólo tienes que cambiar la forma de actuar. El único fracaso verdadero es el abandono.