En tiempos de incertidumbre es cuando hay más predisposición
para plantearse nuevas alternativas. Esto también es aplicable al
emprendimiento, y en momentos como el de la coyuntura actual, muchos se
plantean la opción de emprender pero se les plantea dudas de saber si
efectivamente tienen espíritu emprendedor.
Respuestas inequívocas no existen, y si es así, yo las
desconozco. Sin embargo, sí que hay determinados síntomas o señales que pueden
invitar a pensar que se está empezando a generar un cierto espíritu
emprendedor.
Las personas que cambian a menudo de trabajo o que nada más
empezar en un nuevo están empezando a buscar para cambiar cuanto antes porque
se aburre o porque los jefes con quienes han de trabajar, según su punto de
vista, son lamentables o no les soporta, es un indicio de que se puede estar
frente a un emprendedor.
Aquellas personas que durante el trabajo están pensando en
qué negocio montar o las ideas que se le ocurren compartiéndolas constantemente
con todo el mundo, compañeros de trabajo, amigos, familiares, etc. Este tipo de
soñadores del emprendimiento, y está relacionado con el punto anterior,
muestran cierta insatisfacción laboral que les obliga a plantearse nuevos
escenario, sin que al final se decidan a intentarlo.
Esta situación puede darse por un tiempo limitado, quizás
meses, pero si dura años como algunas personas pasa, entonces se convierte en
una situación incómoda y actúan de un modo deshonesto, ya que ni se está al
cien por cien en el trabajo por el que le pagan ni se concede el derecho de
darse la oportunidad de intentarlo, lo que acaba siendo frustrante.
Otro síntoma es cuando surge el sentimiento, de forma
recurrente, que el trabajo que uno realiza ni es apreciado ni valorado por la
organización y lo único que se espera es que llegue la hora para salir de un
trabajo, que cuanto menos, incomoda.
En momentos como el actual no es infrecuente estar amenazado
de despido por una u otra razón, lo que es cierto, que volver a entrar en el
mercado laboral no es sencillo por lo que mucha gente se decide a emprender.
Evidentemente, en casos como este se es emprendedor por necesidad, no
vocacional, pero lo que importa es que se es.
El caso más indudable es el de aquellos que llevan bastante
tiempo planteándose un negocio determinado, han elegido un nombre, han
registrado legalmente la entidad, tienen un plan de negocio, un logo, un
dominio, etc. Sin embargo, todavía no se ha decidido por dar el paso de asumir
el riesgo que implica ser emprendedor.
Son distintos casos o fases todos ellos con el denominador
común de querer ser emprendedor pero no atreverse por el miedo al fracaso o por
sobrevalorar los riesgos de asumir el rol de emprendedor, pero si te ves
reflejado en alguno de los casos anteriores, quizás es porque hay un germen de
emprendedor que necesitas explotar.
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