Aunque la sabiduría popular dice que los profesionales saben
controlarse en el lugar de trabajo, en algún punto todos podemos quebrarnos y
perder los estribos. Y eso no necesariamente algo malo, afirma la especialista
en clima laboral Anne Kreamer.
Según la experta, las culturas empresariales que impulsan la
empatía y el entusiasmo traen grandes beneficios que van desde un aumento en la
creatividad hasta una disminución del ausentismo. Ser empático a la emoción y
mostrar tu humanidad es parte de esa cultura.
Pero ¿qué pasa cuando tus emociones te superan en formas en
las que pueden dañar tu reputación? Kreamer te dice cómo manejar cada emoción
para evitar que esto suceda.
Explosión de ira
Todos nos enojamos, pero aprender a manejarlo es crítico. De
hecho, si te muestras molesto muy seguido podrías estar drenando la motivación
y lealtad de los empleados. Si le gritaste a alguien de tu equipo por haber
cometido un error, debes pedir perdón.
Pero el enojo también puede convertirse en una fuerza
motivadora si no lo diriges hacia un individuo, dice Kreamer. En lugar de
echarle la culpa a alguien, canaliza tu enojo hacia una acción positiva. “Si no
logras cerrar un trato, afróntalo mejor diciendo algo como ‘Les enseñaremos lo
que podemos lograr y conseguiremos el siguiente contrato’. Así puede ser muy
motivador”, añade.
Llanto
Kreamer siempre ha creído que mostrar lágrimas en el trabajo
puede percibirse como una señal de debilidad. Sin embargo, en una de sus
investigaciones ella notó que llorar en el trabajo -ya sea por frustración, noticias
preocupantes o cualquier otra razón- no tiene impacto en el éxito a largo plazo
de la persona. También descubrió que las mujeres que ven a otra mujer llorar
son más severas con ella que un hombre; no obstante, en general cada día es más
aceptado ver lágrimas.
Aunque llorar abiertamente en tu escritorio una vez a la
semana no es recomendable, si se te salen dos lágrimas durante una situación
difícil, lo mejor es que te las quites y sigas adelante; busca no llamar la
atención en un momento como éste.
Ataque de risa
El control de esta emoción depende del escenario. Si estás
reunido con un grupo de colaboradores y algo te hace reír, unas cuantas risas
puede ser una experiencia liberadora de tensión. Pero si un empleado o cliente
piensa que te estás riendo de él o ella, puedes terminar lastimando sus
sentimientos. Y en esta situación debes aprender a controlarte.
Si empiezas a reírte en plena junta con un cliente
importante, probablemente será una buena idea hablarle por teléfono después y
explicar tus risas para que no des pie a malentendidos de faltas de respeto.
“Debes asegurarte de que la gente sepa que te ríes con ellos y no de ellos”,
afirma la experta.